jueves, 25 de diciembre de 2008

...Dos copas...

El tiempo pasa y hay personas que entran tu vida para dejar alguna huella y que no se olvidan así no más. Me pasó con una ex enamorada.

Era una mujer muy bonita. Alta, un cuerpazo, ojos verdes, cabello rizado largo con canitas. Una muñeca o mejor dicho…toda una modelo.
Era también muy inteligente pero sobretodo muy celosa, engreída, tímida e insegura.
Me tenía totalmente estupidizado, loco, templadazo.

Me tomó un buen tiempo sobreponerme luego que terminó conmigo. Aun no he podido olvidarla del todo, pero el no estar con ella me permitió hacer muchas cosas que quería hacer en mi vida.
Viajé mucho, estuve con varias mujeres, me he vacilado en reuniones, entre muchas cosas más. La verdad, no me quejo de nada. Pero si me quedé con la tristeza de que con ella no hayamos funcionado como pareja.

Empezaron los problemas antes de un año nuevo. Ella tenía una idea muy distinta a la mía en relación al sexo antes del matrimonio.
Yo estuve casado casi 4 años, y ella si bien tuvo varios enamorados, nunca tuvo sexo hasta que estuvo conmigo. Para mi el sexo era parte de la relación de pareja (parte del compartir la vida de pareja), para ella no sin un matrimonio. Es más, para ella el sexo llegaba a ser algo malo y le daba un tremendo cargo de conciencia el ocultárselo a sus padres pensando ellos que ella aun era virgen. Por ahí iban nuestros problemas, yo trataba de medirme y ella de evitarlo. No la juzgo, pero eso no iba conmigo.

Fue por esto que las cosas llegaron a un punto que se volvieron inmanejables. Pero a pesa de eso ambos nos queríamos un huevo.

Llegaba el año nuevo y le propuse pasarlo en la casa de unos amigos de la universidad en una fiesta casera, algo tranquilo. Ella por el contrario me propuso pasar un año nuevo los dos solos, en mi departamento, emborracharnos y tener sexo toda la noche.

¡¡Mierda!! (pensé) ¡YA, ACEPTO!. La misma frase que dije cuando empezamos a ser enamorados.

Es que era una propuesta que nunca imaginé, es decir con tantos rollos existenciales acerca del sexo me pareció alucinante que ella lo haya propuesto. Pensaba que era el inicio de una nueva etapa en nuestra relación, sin cargos de conciencia ni remordimientos.

Llegó el día 31 de diciembre y en la tarde empecé a preparar todo en el depa. Lo limpié, compre comida para picar, el champagne estaba en la refri….y me percaté que no tenía copas para el brindis. Fui al supermercado que se encuentra a dos cuadras de mi edificio y compré las dos copas más bacanes que había. Eran un par de copas de cristal grandotas perfectas para el champagne. De verdad que las compré pensando en la maravillosa noche que iba a pasar junto con mi enamorada. Y no me refiero al sexo, sino al hecho de estar con ella…simplemente quería lo mejor y que sea una noche perfecta.

¡Y realmente fue espectacular!. Empezamos conversando y escuchando música, luego tomamos champagne, picando quesito, y una cosa llevo a la otra ….. y nos hicimos el amor…(suspiro de nostalgia).

Es curioso pero aun hoy recostado en mi cama (testigo de esa noche salvaje) escribiendo, me acuerdo de los detalles de esa gran noche en la que fuimos uno. Pero no los voy a contar….jejeje.

Aun tengo las dos copas.
Hoy las vi y me acordé de aquella noche pues fue una noche de amor, sexo y alcohol inolvidable y una de las más recordadas que he tenido hasta ahora en mi vida.

Me encantaba morderle el poto, pasar mis dedos por el contorno de su cuerpo, sentir su firme abdomen, besar su cuello, morder suavemente sus pezones y hacerle el amor. Encerrarnos todo un sábado metidos en la cama abrazados… a ver tele, conversar y tocarnos. Ir juntos a la playa, ver sus ojos verdes estando ella recostada sobre su pareo a mi lado, sus pestañazas y su cabello largo rizado.

Verla bajar las escaleras de su casa con ese polito turquesa que decía Brasil es el primer recuerdo que tengo de cuando fui a su casa a recogerla para ir al cine cuando empezábamos a salir. Era una delicia para mí ver su sonrisa. En los matrimonios ni que decir, siempre era la más linda de la fiesta y todos los hombres volteaban a mirarla, algunos con admiración otros con lujuria y las mujeres con envidia.

Finalmente, la moraleja de esta historia es que con estas experiencias uno llega a aprender y darse cuenta de como debería ser la persona que compartirá las experiencias y aventuras de la vida con uno. Dos deben sumar y no anularse.
Por eso la vida, como bien dice la mamá de Forest Gump, es una caja de bombones….uno nunca sabe que sabor le va a tocar…pero hay que estar abierto a probar nuevos sabores, solo así sabrás si te gusta o no…