martes, 26 de mayo de 2009

La camisa de la revelación

Esta es una historia que sucedió poco antes del matrimonio de mi primo Felipe hace unos 3 años cuando aun tenía el BMW. Fue una señal de alerta de la que no me percaté sino luego de varios meses, y es que es cierto que el amor a uno lo llega a cegar.

Le pedí a mi enamorada (de ese entonces) que me acompañe a comprar una camisa para el matrimonio de mi primo Felipe. Pedido que consideré de lo más normal para una pareja que tiene casi 2 años de relación. Así que fuimos a tiendas El de Jesús María.

Entramos a la tienda y había paredes llenas de camisas de todos los colores, diseños y calidades. Empezamos a ver alguna camisa para el matricidio. Como es costumbre en ese tipo de tiendas me maree, así que un vendedor me ayudó a ver camisas de distintos modelos.
Vi una camisa sencilla, de color plata, manga larga sin mayor gracia, pero elegante. Su precio era de S/. 49 en liquidación por ser de la temporada anterior. Entre otras camisas me llamó la atención una de color celeste con líneas verticales bordadas en otros tonos de celeste, también de manga larga. Me gustó, su precio S/. 89 soles.

Le pregunté a mi enamorada que pensaba de las camisas entre las que estaba la elección final. Ella quería que me compre la camisa sencilla. Para mí era una camisa simplona, pero ella decía “es más barata”, además para mí no tenia gracia y para ella “está bonita, además es solo una camisa”. Es cierto, es más barata, es solo una camisa, pero la iba a usar yo y no ella. Así estuvimos unos minutos, ella defendía su posición de que debía comprar la camisa más barata y yo la que me gustaba.

Pero bueno, como era yo el que iba a pagarla y el que la iba a usar, decidí comprar la camisa celeste de bordados verticales que me gustaba. Ella no estuvo de acuerdo con mi elección.

Cuando me acercaba a la caja (ella iba detrás de mí), escuché el siguiente comentario:

Ella: “Bueno cómpratela pues……mientras puedas”.

Me quedé congelado. Seguía caminando hacia la caja. Llegué y le pregunté que era lo que había dicho.

Ella respondió: “Nada” (sonrió).

Pero yo sabía que había escuchado.

Ese momento reveló como era ella realmente. Empecé a atar cabos de reacciones y comentarios, como era su familia, es decir la relación entre sus padres, sus hermanas y cuñados. Era un momento de análisis obligado.
Me di cuenta que ella era una mujer que detrás de ese rostro bonito escondía una persona posesiva que podría llegar a querer dominar al hombre a su antojo.

Por eso la llamo la camisa de la revelación. Yo aun no sé cómo me libré de esa relación. Ella terminó conmigo porque en el fondo se dio cuenta que yo no era de los hombres que se dejan controlar. Mientras más me quieren controlar, más contreras y rebelde soy y eso no lo hago conscientemente, sale a flote como algo natural. Lo que no sabía ella (o no descubrió) es que me pueden sacar lo que quieran si me tratan con palabras bonitas y elogios. Sus padres la habían educado para que sea una mujer de su casa y de esas que el marido la mantiene. Un pensamiento bien antiguo ¿no?.

Quería compartir esto con ustedes porque si bien ahora me parece gracioso, la moraleja de la historia es que mejor uno solo vaya a comprarse ropa, por un lado termina más rápido y por otro termina comprándose lo que realmente quiere.

Y ya para terminar, luego de esta experiencia y otras puedo describir ahora si como quiero que sea la mujer que me acompañe a lo largo de mi vida.

Quiero que sea una aventurera, que quiera ser la protagonista de la aventura que es mi vida. Con la que me sienta yo mismo y que ella lo sea también. Alegre, divertida y sociable. Que sea independiente y de carácter, capaz de callar a quien sea con su inteligencia. Que me excite el intelecto tanto como el cuerpo. Que sea una puta en la cama y una señora fuera de ella. Que me quiera como soy, para yo quererla hasta la muerte.
Amén.

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