lunes, 29 de junio de 2009

Si mi colchón hablara...

¿Si mi colchón hablara, qué diría?.

No lo sé, pero probablemente ahora si debe estar molesto conmigo. Es que luego de 8 años soportándome lo cedí a mi madre para que lo use. Lo hice porque la operaron de la cadera en Febrero de este año y su colchón le resultaba muy suave, y como el mío es super ortopédico los cambiamos. Ahora que vivo con mis padres nuevamente luego de 3 años y medio, el uso y exigencia que tuvo estando conmigo es definitivamente otro. Actualmente soporta a mi madre, y eventualmente a mi hermano cuando la acompaña y a mis sobrinos cuando vienen de visita.

Cuando vivía solo, me soportaba a mí y a las chicas que venían a visitarme. Como la sala era “aburrida” y la tele estaba en mi cuarto (sumada al floro y eventualmente un poco de vino o whisky) no era raro terminar en la cama, primero para ver televisión o algún video y luego terminar teniendo una sesión amatoria llena de diversión, lujuria y placer. Y es que para mí, durante esa época (entre Julio del 2005 y Enero del 2009) mi colchón fue un amigo inseparable. Testigo fiel de un cambio trascendente en mi vida y un amigo intimo incondicional. Acompañante en esas noches de alegría, otras de tristeza y depresión, varias con buena compañía, algunas con mala compañía y muchas de soledad.

Lo tengo desde el mes de febrero del 2001, cuando me casé. Lo compró mi ex esposa cuando empezábamos nuestro matrimonio. Los planes eran grandes y anduvimos apurados en esa época ya que íbamos a ser padres. Vivíamos en un cuarto prestado de la casa de mis ex suegros.

Los primeros meses de matrimonio fueron muy duros. Tenía 25 años, planes de maestría en el extranjero congelados y una gran responsabilidad que se venía que era la de criar a una hija. Las cosas no salieron como lo planeamos. Perdimos a nuestra hija y a los pocos meses mi ex esposa pierde su trabajo. Yo no ganaba lo suficiente como para mantener a mi familia pagando un alquiler así que decidimos quedarnos en casa de los padres de mi ex. Seguimos adelante con nuestro matrimonio. Sin embargo lo que pasaba por mi cabeza eran unas enormes ganas de regresar en el tiempo y volver a estar soltero.

Pasa el tiempo y me llego a acostumbrar, pero nunca me llegué a sentir conforme en cómo estaba llevando mi vida. Ella es una gran mujer pero no sentía que avanzaba como hombre, estaba estancado como persona y frustrado anímicamente. Los años pasaron y si mi colchón hablara me diría que esa época me acumuló miedo y algo de experiencia de la vida. Estaría molesto conmigo.
Pero estaría realmente furioso y decepcionado si no lo hubiera rescatado de la casa de mis ex suegros al separarme. Siento que el hecho de habérmelo llevado de esa casa y haberlo hecho vivir lo que vivimos juntos los años siguientes, compensa el malestar que sintió a lo largo de esos años.

Y el inicio de nuestra relación (entre mi colchón y yo) empieza cuando me separo y empiezo mi segunda soltería en el año 2004, me mudo por 9 meses a la casa de mis padres. Tenía una cama, pero no colchón. Fui a comprar un colchón con mi madre a Plaza Vea y ella me pregunta por el colchón que tenía con mi ex. Yo le digo que no pensaba regresar a esa casa, pero por insistencia de ella decidí llamar a mi ex y preguntarle si necesitaba el colchón. Me dijo que me lo podía llevar y que si quería me podía quedar también con la cama. Y así fue que el colchón volvió a mis manos. En ese momento se convirtió en mi colchón de dos plazas. Fiel escudero de mi segunda soltería. Luego empecé a vivir solo para lo que alquilé un departamento en Miraflores por 3 años y medio. Ahí pasé los mejores años de mi vida de segundo soltero.

Ninguna de mis parejas posteriores sabía que el colchón era de mi ex esposa pero en mi cabeza me causaba gracia lo irónico de la situación. A ese colchón le ha pasado muchas cosas.

Pasé un año nuevo memorable con una ex enamorada (leer historia “Dos copas”) y con ese colchón tuvo su primera experiencia sexual. Después de ella, salía por un tiempo con una chica multiorgásmica que eyaculaba. Era una chica espectacularmente buena en el sexo y ella fue la primera que “mojó” el colchón. El olor duró varios días a pesar de limpiarlo. Luego salía con una chinita por varios meses que era una artista plástica en el sexo oral. Se quedaba en el departamento todo el fin de semana. A veces la extraño, en realidad a su arte. Y algunas otras chicas que hacían de nuestras noches (mía y de mi colchón) noches divertidas y placenteras.
Por estas y otras anécdotas estoy seguro que mi colchón pasó momentos excitantes que compensaban aquellas noches solitarias y tristes.

La reflexión final de ésta historia inspirada en mi colchón, es que si bien hoy he dado nuevamente un giro a mi vida (cambio de casa y de trabajo) no dejo de extrañar aquellos días de desenfreno y descontrol. Esa fue una etapa del pasado que ahí se quedará. Las etapas de la vida deben ser quemadas en su momento y cada transición hay que tomarla con madurez y responsabilidad. Estoy convencido que el pasar por aquellas situaciones cuando vivía solo, me ayudó a tener “calle” porque para una persona es enriquecedor contar con experiencias de vida tanto buenas como malas. Eso me enseñó a ser responsable conmigo mismo y a poder dar consejos a personas con menos experiencia que yo. Así, cuando llegue mi turno de contarles a mis hijos y nietos las locuras que hizo su padre y abuelo cuando era joven podré darles la orientación correcta y consejos para que no cometan los errores que yo cometí. Finalmente espero que se diviertan y se sientan orgullosos de que ese viejito bonachón de cabello plateado y con muchas arrugas vivió como quiso y tuvo los huevos para decidir cambiar el rumbo de su vida en la dirección que él escogió para empezar a vivir en función de sus ideales, experiencia y sueños…..por los siglos de los siglos, _ _ _ _.